viernes, 1 de octubre de 2021

CARAMELOS DE PLÁSTICO


 

Es una ciudad horrible. 
Las tripas de quienes viven en ella lo saben. Es por eso que proclaman tan vehementemente el orgullo que sienten por su ciudad cada vez que se les presenta la ocasión. En esas circunstancias,  se convierten en personas decididamente fastidiosas. El resto del tiempo son bastante melancólicas.
Por todo eso , sería bueno darse cuenta de que son gente bastante peligrosa.  No es gente mala en su mayoría,  pero si muy peligrosa: pueden llegar a ser feroces llegado el caso. Tienen aletargada en sus cuerpos esa particular ambición de la que es capaz la mediocridad, y que se despierta cuando la contingencia les pone por delante algún bocado apetecible que promete sacarlos del marasmo de su nada cotidiana y llevarlos a lo más alto ,que es un sitio en sí bastante bajo si se lo relativiza, pero que a ellos se les aparece alucinadamente como la cumbre del mismo monte Everest. Son capaces de las peores traiciones y de los peores crímenes por aquel apetecible bocado que no es otra cosa que un caramelo de plástico.

Nada muy diferente a lo que suele suceder en casi todas las demás ciudades y con casi todos los demás orgullos.

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