lunes, 4 de noviembre de 2019

ALGUNA COSA PARA GANAR TIEMPO





La última oportunidad de contarlo bien.

Cada oportunidad siempre es la última pero a menudo me comporto como si fuese la primera.

Un deseo que dolía me recordó que no soy inmortal ni todopoderoso.

Quería ser el narrado, pero me tocaba ser el que lo contara.

Entonces será que quería compensarlo inventándome  alguna épica (barata, lo sé; pero sé cómo engañarme haciendo  como que no). Sería un héroe si lograba poner sobre la  mesa, al lado del café, todos y cada uno de mis prejuicios, mirarlos sin piedad y contarlos evitando  intrusos retóricos y otros escondites por el estilo. 

Lo  que deseaba  no lo decía porque era demasiado precioso como para decirlo así nomás.

Mentira. No lo decía porque no sé.

Si lo escribo, es mentira. Parece una maldición.

Para  una vida que sea como saber bailar o mover el cuerpo, hace falta no ser demasiado consciente, y para narrarla hace falta una consciencia excesiva.

Qué estúpidamente suele comportarse el Universo a veces.

No lo quiero arruinar. Empiezo.

Podría referirme a ellos dos con cierta elegancia o, digamos, cierta corrección política. Referirme a él como un hombre entrado en años, algún paraje entre los sesenta y pico y setenta  que etc. etc. y a ella como una chica de unos veinte y pico que etc. etc..
No.
El viejo y la pendeja y ya. Viejo y pendeja fue lo primero que me dije a mí mismo.

Los vi cuando entré al bar, sin prestarles demasiada atención. 
Fui consciente de ellos cuando me ubiqué en una mesa situada de manera contigua a la que ocupaban, que estaba sobre la ventana que daba a la ochava, la mía sobre la ventana que seguía, y verlos mejor significó ya no poder dejar de mirarlos.
Aún así, debía dejar de mirarlos para… bueno; para no ponerme en evidencia.

Saqué el libro que llevaba en mi bolso, para no leerlo.

El viejo tenía un porte muy elegante; la pendeja, todo el aspecto de las chicas que hacen malabares en los semáforos. Él, una mirada serena, despierta, como la de un baqueano de su terreno vital recorrido. Ella, una gestualidad un tanto border.

Todo el ruido mental   que rumié mientras los veía es de una canallada que, me consuelo pensando, no es mía sino del parloteo que resuena en mi cabeza; todas las miserias sobre terceras personas que uno le ha escuchado comentar en cualquier  barrio a la gente de bien , sin demasiada vida propia como suele ser; o en reuniones familiares o de amigotes, con sujetos de similar calaña;   que en grupo, charla y comenta cosas de los demás, escandalizándose, burlándose, y deseando profundamente que sean ciertas aunque no lo sean para sentirse un poco menos desgraciados. No creo que todo eso derive necesariamente en el Infierno, pero tengo ganas de estar seguro de que el Infierno es su emanación. Me consuelo pensandoló, creyendo que lo mío es pura influencia y suspicacia inducida, pero efectivamente soy yo otro cretino más.

Si empiezo por la conjetura que tuve más a mano; fue lo de suponerlos parientes (quizás nieta y abuelo, tal vez tío y sobrina). Podría tratarse del abuelo/tío piola que banca a la nieta/sobrina que decidió convertirse en la oveja negra de una familia que aun así, está dispuesta a conservarle una cama caliente para cuando se canse de su berrinche hippie.
Esa suposición no duró demasiado. Ni las hilachas de sus  zapatillas ni esos puntos corridos en las calzas  debajo del  pantaloncito corto de jean ajustado, eran de diseño. No, no parecía ser el caso de una equilibrista con red debajo.

Iban a al almorzar. La moza se acercó a tomarles el pedido; les propuso el menú del día, y el viejo  con un gesto le indicó a la pendeja que ella eligiera. Ella vacilaba, lo miraba de reojo al viejo, el viejo asentía  con la actitud de: “me da lo mismo, elegí vos”; y la moza anotaba.

Mientras tanto mi pensamiento comenzaba a fermentar y ya estaba descartando la teoría del parentesco para ir reemplazándola por  la del viejo pagando por “compañía”.

Un amigo algo cínico suele  repetir que el  amor de un modo u otro termina siendo un fenómeno de mercado más, igual que muchas otras cuestiones y yo jugando a ser más cínico que él redoblo la apuesta y le digo que  “mercado” es lo único realmente tangible dentro de lo que acaba de decir.

El almuerzo de ellos dos duró dos cafés míos. El viejo casi no comió, la pendeja comió todo lo suyo más el postre que dejó el viejo. El viejo parecía preferir hablar. La pendeja se mostraba interesada en escucharlo y cada tanto dejaba de comer y acotaba alguna cosa. Por momentos la charla parecía divertida, ella hasta se reía de a ratos y en esas ocasiones él evidenciaba con su expresión la satisfacción de quien logra algún efecto en quien lo escucha. Cuando terminaron de comer el viejo con la mirada perdida en el centro de los platos vacíos adquirió una actitud algo más dramática, una matiz melancólico indisimulable, casi como de confesión mientras la pendeja se había inclinado hacia él como quien contiene a alguien angustiado con  oído atento y acogedor. El viejo hablaba. Ella escuchaba y asentía.

Hubo un silencio. El viejo se quedó callado, jugueteando con la cucharita del postre, y una mirada triste. Ella algo le dijo, él asintió y le devolvió una sonrisa desganada, ella se levantó de su silla, se inclinó, lo abrazó, le besó la mejilla, tomó su mochila de la silla contigua y se alejó rumbo a la salida.

Un impulso me llevó a decidir seguirla.

La pendeja, ya en la vereda, se dirigió hacia una bicicleta que estaba encadenada al poste de una señal de tránsito. Eso me dio tiempo a pagar mis cafés y entretanto controlaba de reojo sus movimientos.

Para salir del bar pasé al lado de la mesa donde había quedado el viejo sentado. Me miró al pasar junto a él y me pareció que  insinuaba una mirada cómplice.

Una vez en la calle, mientras me apartaba unos metros en dirección opuesta a la de la pendeja, me dí cuenta que a pié sería imposible seguirla, pero ella en lugar de subirse a su bicicleta eligió llevársela caminando. Dejé que se alejara un poco y comencé a ir tras sus pasos. Yo  no sabía muy bien qué estaba haciendo, ni hasta dónde la seguiría.

En algún momento la perdí entre un grupo de gente que estaba esperando el colectivo en una esquina. Apuré el paso porque dejé de divisarla.

Cuando salí del tumulto, al borde del cordón para cruzar estaba ella con su bicicleta. Me sobresaltó verla de golpe a mi lado.
Me miró a los ojos con dos puñales marrones claros que me hicieron sentir un cretino y me helaron el centro del pecho.

_ ¿Vos me estás siguiendo flaco? _ dijo con una voz que tenía más seguridad de la que me había imaginado que podría tener.

Quedé mudo, paralizado. No atiné a decir nada.

_ Ya te ví en el bar…no parabas de mirarme. ¿Te llamaba la atención que estuviera con el viejo, no?
Algo en mí respondió lo que yo nunca hubiera respondido
_ …y sí…
_ No sos el primero _ dijo con una sonrisa desganada mientras, por fin, dejaba de mirarme fijo a los ojos y de reojo se fijaba en el semáforo. Todavía estaba en rojo. Volvió a mirarme. A los ojos. Fijamente. Con serenidad. Me sentí un idiota. Intenté romper ese silencio insoportable.

_ En realidad, me llamaste la atención…vos y el viejo…yo escribo cosas

Me atravesó con una mirada de rayos x perfeccionada con la  información que yo le acababa de proporcionar y pareció bastarle para saber que tenía frente a sí a un boludito inofensivo. Su gesto cambió. Se le dibujó una sutil media sonrisa entre sarcástica y  perdonavidas. Cuando se convirtió en una sonrisa completa y le brillaron los ojos el resultado fue demoledor. Habló

_ Ah, mirá vos. Sos de los míos…
_ ¿Vos también escribís?
_ A veces, también pinto...y saco fotos…

Me volvió a mirar a los ojos. EL poder estaba de su lado. Volvió a hablar

_ Charlemos un rato che, ¿querés?
_ Dale _ contesté, o mejor dicho, algo contestó por mí.
_ Bancame que encadene la bici en esa columna y entramos a ese bar que está ahí, parece piola.

Una vez sentados pedimos un café. Me volvió a mirar a los ojos sonriendo, y eso me obligaba a hablar

_ Aparte del arte, ¿qué onda?, ¿laburás de alguna cosa? _ pregunté mientras trataba de recuperar algo de aplomo y de tragar saliva sin que se diera cuenta _ digo, si es que no vivís del “arte”, lo cual estaría bueno, claro, pero…
_  Sí, ya sé. Vas a decir que es complicado y bla…Nunca me interesaría vivir del arte.  Nunca sé si la semana que viene voy a tener ganas de escribir algo, de terminar lo que estoy pintando o de salir con mi cámara por ahí. Prefiero no comprometerme…
_ Claro _ dije algo sorprendido _ nunca lo había pensado así. ..pero por otra parte sería laburar de algo que a uno le gusta , ¿no?
_ Mi trabajo cada tanto me gusta, depende la  situación _ los silencios que hacía entre cada cosa que decía se me volvían interminables, sobre todo por ese descaro en mirarme fijo que ya le estaba envidiando _ siempre me gustó mucho garchar_ culminó con naturalidad mientras le echaba azúcar al café que acababan de traer.

Cross a la mandíbula. Me temblaron las rodillas.

_ No, con el viejo no garchamos, antes que me preguntes… él solo quiere un rato de compañía. Charlar…Le tengo cariño al viejo. Y siempre me paga más de lo que cobro…¿y vos qué onda?,¿laburás de “escritor”? _ dijo con cierto tono burlón
_ No, no laburo de escritor…tampoco soy escritor…me gusta escribir cosas, nada más…
_ ¿Y de qué laburás?
_ De lo mismo que casi todos…
_ ¿De qué’
_ De lo que no me gusta…
_ Te hacés el misterioso. Pero bueno _ dijo ella con un tono de no tener demasiado interés en seguir indagándome.
_ A vos por suerte, “cada tanto” te gusta tu trabajo…_ acoté para intentar estimularla a hablar
_ Me estás “pusheando”… querés que te cuente…¿soy tu inspiración en este momento?, ¿querés escribir algo re “border" sobre una puta, no?...¡qué grosso que sos! _ dijo burlonamente. 

Nuevamente me miró fijo a los ojos y algo me hizo sentir que mi vida entera era algo parecido a una vida de juguete, por decirlo de algún modo.

El mozo trajo el café.

_ Está bien, disculpá, ¡jaja!. Yo en tu lugar a lo mejor tendría la misma curiosidad. Los chabones son así, medio pelotudos…y las personas que creen en el arte son enteramente pelotudas, como yo, ¡jajaja! _ redondeó.
Creí notar que se había dado cuenta que me había hecho sentir algo incómodo y quería compensar un poco.

Intenté de recuperar un poco de terreno y ponerme a la altura del cinismo que ella ponía en juego.

_ Absolutamente pelotudos, claro. Boluditos de la luna…
_¡Esa! _ me recompensó
_ ¿Y cuál es tu estilo de pelotuda? _ agregué envalentonado
_ Lo que más me gusta es la fotografía.  Después la pintura y por último la escritura…en ese orden. Todo lo hago para mí, ya te dije. No quiero vivir de eso, simplemente hacerlo…
_ ¿Y qué tipo de fotos hacés?
_ Lugares deshabitados, calles desiertas. Me encantan esos domingos de invierno nublados, cuando la gente se queda a vegetar adentro en lugar de salir a vegetar por los parques; salgo por ahí y siempre encuentro algo interesante…también me gusta sacarme fotos a mí misma desnuda y subirlas a comunidades porno en internet…me divierte mucho leer los comentarios que postean los pajeros…aparte cada tanto consigo algún cliente, pero no es principalmente por eso por lo que las subo…

Algo en ella me estaba haciendo sentir cierta envidia. Poder vivir perfectamente sin un porqué, quizás su desfachatez . Pero en todos los casos no era más que una impresión provisoria. Quería saber más y tenía que encontrar el modo de que me lo dijera. Quería encontrarle algún lado flaco a la fascinación que ella me infundía, antes de quedar definitivamente fuera de combate.

_ ¿Y cómo fue que llegaste a …?
_ ¿Puta?
_ Bueno, no sé..
_ Es lo que soy boludo… Dentro de lo que sé, es el modo que encontré de no hacer lo correcto sin joder a nadie ni tener que estar fingiendo toda mi vida...no soy de esas personas que quieren satisfacer expectativas ajenas. En el mundo ya hay demasiada gente pelotuda o cretina…por ejemplo podría hacerte creer que estoy enamoradisima de vos si veo que sos lo suficientemente salame como para creértelo y lo suficientemente solvente como para que me convenga. En un par de meses me tendrías instalada en tu departamento, me llevarías de viaje, y hasta me pagarías un curso de yoga o alguna gilada por el estilo como para que parezca que estoy haciendo algo…hasta que un día vas a querer cobrarmeló todo junto…yo estoy bastante buena, lo sé, y voy a utilizar ese “capital” mientras pueda sin hacerme pasar por otra cosa para conformar a mi familia…tengo ingresos más que suficientes y mucho tiempo libre para salir a sacar fotitos, pintar algo o quedarme panza arriba mirando el techo…
_ Eso no suena demasiado feminista…
_ ¿Tendría que serlo?
_ Y, no sé. Ahí veo un pañuelo verde en tu mochila…
_ ¡Ah, ja!. Eso es parte del atuendo que el viejo me pide que use.
_ Mirá vos. ¿Es así la cosa con el viejo?
_ Casi con todos. Es mi “especialización”. Me tocaron un par que me pidieron que juegue algún tipo de rol y a partir de ahí todos me recomiendan con otros que andan buscando lo mismo…
_ ¿Y el viejo te pidió que hagas de qué cosa…?
_ Pobre viejo…la hija de él es así…
_ ¿Así cómo?
_ El viejo la tuvo de grande. Cuando ella tenía quince la madre se fue a la mierda y el viejo quedó solo con la pendeja. Después la minita se fue de mochilera al Machu Pichu o no sé dónde carajo cuando cumplió veinte, una vez que ya había  cambiado tres veces de carrera porque tenía que “encontrarse a sí misma”…ahora está en Barcelona y hace como que vive de vender artesanías…en realidad vive de la guita que le transfiere “papi”. Yo le digo a Aníbal …el viejo se llama Aníbal, yo le digo que la mande a la mierda , que deje que se las arregle sola, que ya es una boludita grande…pero claro, ella es lo único que tiene y la extraña…entonces el viejo se consuela charlando conmigo y se imagina un poco que yo soy la hija si voy vestida así, disfrazada de nena hippie… hippie con cama caliente y alma bella defensora de la “libertad” y de “causa nobles”…estoy segura que usa pañuelo verde y no entiende muy bien porqué lo usa y está a favor de la ecología y hasta debe ser vegana…pelotuda de mierda. Cuando el viejo cague fuego seguro que la pendeja boluda se saca selfies llorando y las sube a las redes para que vean qué sensible que es…

Sentí algo de alivio. El que se siente cuando alguien muestra  cierta debilidad parecida a la nuestra. Ella era capaz de sentir enojo, detrás de su descaro y su actitud despreocupada. Intenté indagar, ahora que me sentía un poco más “empoderado”

_ O sea que vos con la causa feminista no tenés mucha onda…
_ No te dije eso, a mí también me gusta Monique Wittig y toda la bola…solo que me molesta la impostura… si  querés me meto en la escuela de Policía. Ahora, para que las minas seamos iguales que los chabones cosas como esa están muy bien vistas, aparte es una salida laboral segura. Después salgo a la calle a perseguir a las putas autónomas como yo y paso por los prostíbulos encubiertos a cobrar las coimas de mi seccional para que sigan explotando a las putas que no eligieron ser putas _ miró por la ventana hacia la calle , volvió a mirarme y siguió _ …o si preferís, me pongo un pañuelo verde en la muñeca y te digo " que sea ley", escribo en una pared “si duele no es amor”, o te digo entre mohines que “la  maternidad será deseada o no será", y cuando me aburra de todo eso trato  de buscarme algún pelotudo que crea en el amor, quedarme embarazada cuanto antes y no tener  ni la más puta idea de por qué carajo deseo lo que me creo que deseo…

Todas las acotaciones que se me iba ocurriendo hacerle desde mi corrección política me hacían sentir un idiota antes de pronunciarlas. Cuando construís tu discurso con un  like” como aspiración casi excluyente en lugar de ponerle el cuerpo, mejor es el decoroso silencio, por una mera cuestión de estética cósmica 

Debo haber quedado algo estupefacto mirándola. Ella parecía satisfecha de haber podido decirme todo eso, de notar que había tenido sobre mí algún efecto

_ ¿Y?...¿vas a escribir algo sobre mí? _ rió, como para distender la situación
_ Supongo que me será inevitable…_ dije por decir algo

Sentí que la había conmovido diciéndole eso. Y que intentó disimularlo.

_  Me tengo que ir. Me toca cambiar de disfraz en un rato, y tengo que pasar a devolver la bicicleta, me la prestaron…
_ ¿De qué tenés que “actuar” ahora?
_ Algo parecido a una evangelista…
_ ¿Qué clase de tipo es el que te pide eso? _ acoté con una carcajada
_ Es una mina, todavía no la conozco bien, estuvimos un par de veces nomás, ya le voy a sacar el rollo…

Pagamos el café y salimos a la calle.

_ Te dejo, estuvo buena la charla _ dijo.

Se me acercó y me besó en la boca metiéndome la lengua mientras disimuladamente me tocaba el culo. Se apartó de mí y soltó una encantadora y breve carcajada  mientras iba hacia donde había dejado la bicicleta. No parecía tener la intención de que mantuviéramos algún tipo de contacto más allá de esa tarde, por lo que preferí no sugerirle que intercambiáramos nuestros nombres o  nos pasáramos los números de teléfono. Con la bicicleta ya desencadenada y llevandolá como antes, caminando, se acercó al cordón para esperar que el semáforo la dejara cruzar.

_ Chau loco _ me dijo mirando hacia mí. Se dio vuelta  y cruzó la calle.

De todas las fichas que te pueden caer, siempre hay alguna que puede acabar con todo.

Si digo que la deseé a ella, en realidad deseé ser ella. Si digo que deseé ser ella, en realidad deseé ser yo. Si digo que deseé ser yo, en realidad deseé ser otro. Y ya escribí demasiadas veces la palabra realidad: la menos adecuada en este caso. 

Si lo escribo, es mentira. 

No hay caso.

Siempre hay un mejor modo de contarlo y no siento que haya sido este.

Tendría que haber escrito sobre ella. Y sobre ella no logré decir nada. Solo escribí sobre mí, y quizás tampoco logré decir nada…tan solo escribí esperando algún “like” por parte de alguien, o “algo”,  no hay  nada que hable de su cuerpo ni del mío.

Acá lo dejo.

De todos modos ahora ya tengo más espacio que antes para seguir buscando el mejor modo de contar las cosas.

Ella tenía razón. Ya logré varios clientes, mis ingresos son más sustanciosos y hasta me llevo muy bien con un par. Finalmente lo más importante: tengo  mucho más tiempo libre para la próxima última  oportunidad de contarlo bien.






miércoles, 30 de octubre de 2019

AFANTASMADA


La despertó el sol en la cara, miró su celular y vió que era ya bastante tarde . Intentó despabilarse. El primer murmullo mental del día fue una canción que hacía años que no escuchaba y que ni siquiera le gustaba. Se quedó un rato en la cama un tanto perpleja tratando de sacársela de la cabeza. “Aburrida y sin nada que hacer, afantasmada…” decía la letra


“Afantasmada” se dijo a sí misma. “A quién se le puede ocurrir poner esa palabra en una canción?...”.

Así estaba ese día. Aburrida y sin nada que hacer.

Buscó en su mente alguna tarea. Algo. Y se le ocurrió lo que se le estaba ocurriendo con frecuencia últimamente en los ratos de nada. Ir a charlar con el flaco del bar.

Pobre flaco, siempre estaba ahí, sentado en la misma mesa. Alguna vez pensó en pasar por ese bar a las cuatro de la mañana, cuando estuviera cerrado y asomarse por la ventana. Se imaginada irónicamente que el  flaco seguíría sentado ahí con un pocillo vacío delante.

A veces se da una especie de acuerdo tácito en las relaciones entre la gente. Como si ambos hubiesen firmado de común acuerdo alguna suerte de contrato que los compromete a seguir ciertas normas. En algunos casos puede tratarse de que cada vez que se vean bromearán acerca de una misma cosa. También puede consistir en algún tena de conversación recurrente. En otros, que una de las partes oficiará de confidente y la otra le  contará sus cuitas. Era este caso. Y eso suele funcionar porque cada una de los “contratantes” halla algún beneficio o necesita por alguna causa jugar el juego que le toca.

Ella no podía saber más que lo suyo. Le resultaba atractivo ir a aquel sitio a charlar con el flaco. En ese bar había algo como detenido en el tiempo. Y en el flaco también. Y ella muchas veces en su vida hubiera deseado detener el tiempo. Quizás para no perder lo que se pierde indefectiblemente, o tal vez meramente para no tener que tomar decisiones fastidiosas y postergadas.

Se duchó y después decidió que desayunaría en el bar. Se vistió, cerró las ventanas y cuando estaba por salir volvió sobre sus pasos y se puso un par de gotas de perfume en el cuello.

Entró al bar y sin fijarse si el flaco estaba, fue hacia la misma mesa de siempre, con la certeza de encontrarlo.

Él la vió llegar y le hizo una media sonrisa de bienvenida, como habitualmente, mientras llamaba al mozo antes de que ella lo hiciera.

_ Hola flaco, ¿cómo estás? _ le sonrió
_ ¿Cómo va, loca?, ¿todo bien?
_ Con ganas de desayunar…
_ Ahí viene el mozo…yo me voy a tomar otro café…

El mozo se hizo presente y esperó el pedido. Ella le indicó el suyo y él le hizo el gesto de repetir un café. El hombre lo miró al flaco y preguntó con picardía

_ Supongp que la vas a invitar, ¿no?
_ Obvio _ respondió el flaco con la misma media sonrisa de siempre.

El mozo asintió con un gesto inconfundible y fue por el pedido.

_ Vas a pensar que vengo acá para que me pagues el desayuno
_ Es un placer…
_ ¡Ah!, ¡entonces lo pensás!
_ ¿Porqué te preocupás por lo que pienso? _ replicó el flaco pronuciando lo primero que se le viino a la cabeza.

Ella sonrió sin decir nada y miró por la ventana hacia la calle, como quien no sabe qué responder. 
Después de un instante de silencio encontró su frase.

_ Igual, voy a pagar yo. Ya me invitaste muchas veces…
_ ¿Estás durmiendo mejor estos días? _ cambió de tema el flaco, queriendo dar a entender que lo del pago del desayuno estaba fuera de discusión y nuevamente quedaría a su cargo.
_ No me cambies de tema _ rió _ pago yo, ¿eh?...sí, mejor, duermo mejor… ¿Vos cómo estás de lo que me dijiste? _ dijo intentando no del todo conscientemente  recomponer el orden de las cosas y recuperar su lugar habitual de confesora.
_ ¿De qué?...¡Ah, sí! _ respondió , mal disimulando no recordar demasiado de qué le estaba hablando ella  _ casualmente tengo en el bolsillo de mi campera un papel donde hice un borroneo de la última conclusión que estuve sacando al respecto… _ dijo mientras sacaba de su bolsillo un papel doblado en cuatro, lo extendía y lo dejaba sobre la mesa para que ella lo leyera.

Ella dijo

_ Ah mirá…dejameló acá en la mesa , voy hasta el baño y cuando vuelva lo leo.

Él por un momento imaginó que ella aprovecharía su viaje hasta el baño para irse de allí y no leer el papelucho. Cuando la vió regresar del baño se recriminó su leve paranoia, aliviado.

Ella volvió a sentarse a la mesa, le sonrió,  tomó el papel levantando una de sus cejas y leyó en voz alta

_ A ver qué dice… “Es meramente contingente. La concurrencia de una modulación en la voz, un gesto, la mirada precisa y  el interlocutor adecuado en el momento propicio generan la ilusión de una bala trasadora que voluntariamente da en el blanco que ella misma crea, o de un blanco que se inventa la bala que finalmente después de tanta espera lo atravesará. Luego el paso del tiempo hace su parte y puede convertir a ese momento maravilloso, a partir de suspicacias y otros vicios, en un lamentable malentendido. El problema está en creerse que el tiempo existe. ..” _ se quedó mirando el papel y acotó _ no entendí nada pero igual suena bien…
_ Me imagino _ dijo el flaco , interpretando lo de “suena bien” como un cumplido
_ No, en serio. Ya te dije que me parece que escribís muy bien, pero ya te dije también que no soy muy ducha para descifrar metáforas, ¡jaja! ...¿no te llamó más, no?
_ No, ya debe haber conseguido un financista más solvente _ agregó, otra vez como quien responde con lo primero que la cabeza le dicta sin demasiada premeditación
_ Qué malo, no hables así…
_ No, está bien , era una ironía solamente…no creería tener ganas de que me llame
_ No sé si te creo… ¿nunca se te ocurrió llamarla vos? _ lo espoleó con cierta maledicencia.
_ Mirá, creo que ya te dije que estuve pensando que fue todo un malentendido unilateral de mi parte…
_ No creo, si es verdad todo lo que me contaste
_ Me creés demasiado…
_ No tendría por qué no creerte
_ Ah muy bien, debería saber agradecerlo _ dijo con cierto sarcasmo _ la verdad es que los recueros son mutantes, llega un momento que uno no puede decir la verdad acerca de cómo fueron las cosas aunque uno quiera…
_ Uno dice la verdad siempre, si tiene la intención, aunque las cosas no hayan sido exactamente así…

El flaco intuyó que ella había leído eso en alguno de esos posteos new age que la gente siempre lee y comparte. Y ella sintió un tanto artificial o poco espontáneo lo que él  acababa de decirle acerca de la memoria mutante. Sonaba casi como ensayado. Siempre había tenido la impresión de que el flaco tenía de antemano algunos recursos ensayados como para impresionar a los demás con frases ingeniosas.

Ella tenía la idea de que el flaco se estaba refugiando siempre en un personaje que se había inventado y que  era su protección porque en el fondo estaba muerto de miedo.

 El flaco también sentía que se había inventado un personaje de sí mismo pero no por miedo, sino para disimular su puesto de tiro desde donde medir la distancia desde su mirilla hacia la presa ocasional y lograr un tiro certero

Últimamente había comenzado a sospechar ser algo perverso.

_ La verdad es que soy un tiro al aire, siempre lo fui. Un freak... Para el "mercado del amor" _ y se sintió muy ridículo diciendo eso _ no creo reunir el mínimo indispensable de requisitos  como para que…
_ No entendés nada. No tenés que reunir ningún requisito. Sería muy fácil si no. Hacés la lista de requisitos mínimos, los cumplís y listo. Nadie sabe por qué quiere a alguien, entonces no hay atributo que valga. Podés llegar a ser el tipo más impresentable del universo, y sin embargo …
_ Bueno, como quieras…en realidad últimamente estoy dejando de creer en todo ese tipo de cosas
_ Si, ¿no?...son pendejadas_ se rió ella con la actitud de “no te creo nada” que al flaco le generaba bastante fastidio_ ¿sabés qué?, no tiene sentido negar las cosas…estuve pensando en vos y esta cuestión. Creo que el problema es que no hubo de parte tuya ni de parte de ella algo que significara un corte; es como que todo fue languideciendo y un día ni vos la llamaste más ni ella te llamó más sin que ninguno sepa muy bien porqué. No hiciste el duelo porque ninguno de los dos clavó el “The End”. Entonces vos te seguís armando situaciones posibles en tu cabeza.. ..
_ Y diálogos imaginarios…_ acotó él
_ Eso lo dijiste vos _ rió ella divertida, con la satisfacción de quien logra poner en evidencia al otro.
_ ¿Esta semana ya volviste a releer los whatasapps que se mandaron durante todo aquel tiempo, para seguir descifrando cosas? _ bromeó ella con  indulgencia
_ No ,no…¡qué pelotudo!, de eso ya me curé, en serio…

Ella rió con ternura.

El mozo trajo el desayuno para ella y el café para él.

Hicieron silencio un instante. Ella parecía con hambre. Él se dedicó a su café y la dejó desayunar.

_ Tenía hambre _ le dijo ella sonriendo con la boca llena _ ¡perdón! _ y terminó de tragar mientras se pasaba una servilletita por la boca.

_ ¿Por qué dejaste de llamarme? _ dijo él.

El gesto de ella tornó adusto

_ No sé Maxi, ya te dije, …_ dijo mientras apoyaba su taza sobre el plato

Pausa.

_ Lula, la reina de la ambigüedad…
_ Nada que ver Maxi… yo no tenía muy claro qué me pasaba con vos…vos me podrías haber llamado también…a lo mejor tu orgullo te importaba más que yo...

Pausa.

_ Yo hubiera querido saber de vos Maxi, más allá de todo yo quería que siguiéramos siendo amigos… _ dijo ella con los ojos vidriosos.
_ Lula, te dije que para mí era difícil, no sé por qué insistías en  presentármelo_ le tembló la voz a él con cierta rabia contenida
_ Vos me habías dicho que no había problemas Maxi, y no hacerlo me traía problemas con él…yo le decía que éramos amigos pero…
_ Vos sabés que a veces no sé muy bien porqué digo lo que digo , Lula…
_ Maxi, el rey de la ambigüedad _ intentó retrucar ella con prudente sorna y algo de resquemor.

Pausa.

Ella hizo un gesto como para llamar al mozo y pagar su desayuno.
_ No lo llames Lula, pagué yo cuando fuiste hasta el baño
_ Pero Maxi, ¿por qué? _ se fastidió _ bueno, muchas gracias, en serio…creo que mejor me voy yendo

Se paró, tomó sus cosas, fue hasta él y lo abrazó. Él la iba a besar en la mejilla pero sintió que ella se apartaba. Respetó sus códigos y también le dio un abrazo.

Ella caminó tres cuadras y algo la hizo volver. Sin saber por qué, quería ver si Maxi seguía ahí en el bar.
Desde la esquina alcanzó a verlo en su mesa, como si nada hubiera pasado. Ahí estaba. Se fue antes de que él pudiera llegar a verla .

Llegó a su casa y abrió las ventanas. Necesitaba aire.

Pasó el resto del día con la cabeza en blanco.

Se acostó tarde.

Después de dar vueltas en la cama durante un par de horas se quedó dormida.

La despertó el sol en la cara, miró su celular y vió que era ya bastante tarde . Intentó despabilarse. El primer murmullo mental del día fue una canción que hacía años que no escuchaba y que ni siquiera le gustaba. Se quedó un rato en la cama un tanto perpleja tratando de sacársela de la cabeza. “Aburrida y sin nada que hacer, afantasmada…” decía la letra


“Afantasmada” se dijo a sí misma. “A quién se le puede ocurrir poner esa palabra en una canción?...”.

Así estaba ese día. Aburrida y sin nada que hacer.








sábado, 19 de octubre de 2019

LA PARTÍCULA INCIERTA



El Poder sabe hacerte decir que todo está mal mientras te hace actuar como si todo estuviera bien.

El Poder sabe cómo hacerte sospechar que algo no funciona, para que la alternativa que imagines no sea otra cosa que más de lo mismo.

El Poder es el conjunto de mecanismos que hacen que cuando creas estar actuando para combatirlo, no estarás haciendo otra cosa que afirmándolo.

El Poder sabe cómo estabilizar todas las contradicciones (este posteo puede ser prueba de ello…)

Sí hay algo que lo inquieta: cierta locura (de la que él sabe que podés ser capaz), que te permita  desconfiar de tus propios deseos y de tus placeres; locura que difumine tu identidad sin reemplazarla por otra; la locura de una partícula subatómica incierta.

martes, 15 de octubre de 2019

EL GRAN ANESTESISTA - FRAGMENTOS


“…No diría que opera a nivel incosciente. No sé demasiado de psicología pero sospecho que el inconsciente es inapresable. Diría que funciona análogamente a como lo hace el deseo. Funciona. Es la palabra. Un mecanismo implícito en el modo de estar y de pensar que ordena el devenir  a través de un imaginario estructurado en torno a la posibilidad de saberlo todo; o de que todo puede ser visto, sabido y recuperado; de que toda la información está disponible en algún lado; en alguna red; en algún sitio de internet accesible a través de algún dispositivo de los que ya están disponibles o estarán disponibles en algún futuro inmediato.
En ese sentido quedará relegado al desván de los terrores nocturnos o a la febril paranoia la contracara de todo eso, su negativo, su reverso: hay algo que no debe ser sabido, que no puede ser dicho, que permanece oculto, que es inaccesible.
Pero esa pesadilla está neutralizada por uno de los efectos más logrados del Poder: la (¿casi?) imposibilidad de pensar el Afuera; de pensar lo Otro; no llegar al grado crítico de la sospecha, la que modifica el cuerpo.

(…)

Cada cual no podrá sustraerse más temprano que tarde al deseo de participar también con su propia existencia de aquella omnipresencia en tiempo y espacio; determinado por la necesidad de imaginar que está siendo “sabido” por alguien en todo momento. Esa necesidad es la que habilita al nuevo proxenetismo capitalista que extrae su plusvalía ya no de la fuerza de trabajo de los  cada vez menos que aún permanecen explotados y no han sido ya descartados, sino de toda forma de energía vital expresada y exprimida a toda hora en esa peculiar relación  que ha entablado cada sujeto con sus circunstancias a través de la mediación de dispositivos.
Esa energía vital expresada de diversos modos según cada singularidad pero que observa rasgos comunes y homogéneos tales como la insomne búsqueda de los quince minutos de fama que Warhol nos prometió a todos y cada uno; el síntoma de una febrícula narcicístico-egomaníaca, o la manifestación de un verdadero temperamento policíaco y tal vez la evidencia de alguna aspiración pontificia; expresado todo esto a través de las redes. Y aún la actividad de muchos que creen estar haciendo algo para cambiar las cosas. Toda la ingente energía de esas derivas vitales es el combustible del cada vez más rentable tráfico de datos.

(…)

La formulación grotesca de un caso extremo podría servir como buena metáfora tan distópica como descriptiva: el suicidio frente al aburrimiento definitivo y no ya frente a la desesperación, que estará algo pasada de moda; actuado entre la necesidad de convertirlo en un espectáculo y la falsa conciencia que consistirá en cortarse las venas con una pluma de ganso mientras se ensayan todas las selfies posibles hasta dar con la que se adecúe al imaginario estético de quien está queriendo efectivamente suicidarse…”


"El Gran Anestesista"  - Valencia Bearteaux


jueves, 30 de mayo de 2019

PÍCAROS



Es de suponer que en una colonia las leyes rigen hasta por ahí nomás.

El rey o la reina están demasiado lejos y tan ocupados del otro lado del mar, que siempre va a saltar algún Pícaro que encuentre el modo de sacar ventaja; sintiendo que si él no ocupa ese lugar, más temprano que tarde lo ocupará otro.

Y los privilegios que se rapiñan con picardía colonial, con colonial picardía se defienden al tiempo que se disimulan con modales cortesanos. Es en definitiva ese el íntimo berretín alucinado que funciona como autolegitimación espiritual : imaginar poder ser, algún día ,cortesano en un sitio lejano.

Hay algo evidente: los privilegios son tan adictivos que no caben en un solo cuerpo, ni en una sola vida. Hay que tener cada vez más y pasarlos por herencia a la generación de Picaritos que siga; que desde la cuna aprenderá a conservarlos a como dé lugar. Es decir, del modo que sea. Pero sin embarrarse los zapatos de ser posible.
Los métodos irán cambiando con la historia. Es previsible que en algún momento empiece a correr sangre, pero eso no puede mantenerse por demasiado tiempo: “los que desean tener lo que es nuestro se avivan rápido cuando las balas pasan silbando; ni qué decir cuando no nos queda más remedio que instalar un par de cabezas en una pica” reflexionan atinadamente.

Si la carnicería pudiera ser puertas adentro y lejos de la luz del día tanto mejor.

Hasta que eso tampoco sirva. Más tarde o más temprano las pruebas irrefutables ya no pueden tirarse al río ni enterrarse. Hay gente molesta que avisa.

Pero siempre hay algo a mano. Conminaciones más sutiles.
¿Quién no tiene algún muerto escondido en el ropero en esta vida? Se lo averigua y listo. Y al que no lo tenga se le inventa.
Luego, a quienes se pongan fastidiosos se les demostrará fehacientemente que el escarnio puede ser terrible y las consecuencias irreversibles.
Y muchos de esos se convertirán en tácitos colaboradores. Son multitud los que consideran imperioso disimular lo que tienen en el placard propio, para lo que el mejor método que hallarán será el de ser feroces en la tarea de colaborar a hacer conocer lo que esconden los demás, aún cuando no escondan nada. Mientras tanto, los Pícaros que son  muchos menos,  saben protegerse entre ellos o traicionarse adecuadamente en el momento oportuno.

Dejar de ser colonia es difícil y doloroso.

Pero mucho más lo es cambiar la identificación con la “colonialidad” de los Pícaros de parte de tantos infelices que andan transitando por ahí, con las llaves de sus roperos bien guardadas en el cofrecito de su impostura virtuosa y haciendo mérito para recibir migajas.