Hay una reminiscencia apagada, en sordina, del terror; que
ha sido confinado a la bohardilla de un olvido demasiado frágil. Se cree que de
otro modo no sería posible la próxima bocanada de aire por respirar.
Lo que aterroriza es tan ilusorio como precario es el olvido
que lo envuelve; por tanto igualmente provisorios.
Eso lo sabe el Cuerpo .
Pero no lo sabe la Razón, que por ser tan limitada , tan miedosa e impotente no
tuvo más remedio que fundar un imperio y sus leyes, con científicos,
comerciantes, psiquiatras y otros esperpentos de esa calaña (cualquier persona
que se pretenda " útil" funciona comprando y vendiendo cosas, o presumiendo
de gestionar la verdad o pretendiendo salvar y curar de "algo" a
quien no se lo pide, si se lo piensa un poco); despedazando cuerpos enemigos
con métodos cada vez más sutiles y amables. O decididamente rústicos llegado el
caso.
Aun así, los fragmentos que deja a su paso se reconstituyen en formas inauditas
que ella y sus agentes no pueden comprender de inmediato ; y proliferan y
respiran en el entretiempo que a ella y a sus funcionarios les insume
comprenderlos del único modo que pueden comprender las cosas : como amenazas.
Así deviene lo que deviene, muy a su pesar.