domingo, 17 de enero de 2021

EL ERUDITO


La chata venía haciendo un ruido extraño, y además estábamos algo desorientados.

Habíamos incursionado en  una zona en  la que la civilización parecía haber dejado a su suerte a la cinta asfáltica y la erosión del tiempo se había ocupado muy bien de ella.

Justo antes de un bache casi lunar divisamos a unos metros un taller al costado de la ruta.

Un tipo salió a nuestro encuentro sin ningún apuro ni alarma cuando escuchó el motor vacilante de nuestra camioneta.

Miraba fijamente a los ojos de su interlocutor, pero la melancolía de su semblante impedía cualquier posible incomodidad.

Supo en seguida resolver el problema mecánico y nos aportó cuatro caminos posibles para que pudiésemos llegar adonde estábamos intentando ir, con todas las ventajas e inconvenientes de cada alternativa.

Tuvo razón. Seguimos su consejo y rápidamente estuvimos en destino sin mayores inconvenientes.

Tan enigmático nos había resultado que quisimos saber más de él.

Una vez llegados preguntamos y en seguida supieron de quién hablábamos.

Nos dijeron que ha estado en ese taller desde tiempos inmemoriales y que tiene una sabiduría infinita acerca de toda ruta posible para llegar a cualquier lado.

Replicamos con asombro que de seguro debía haber viajado mucho y muy lejos en su vida. 

Nos contestaron que no. Que casi nunca se desplazó más allá de un par de kilómetros de aquel sitio.

 

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