A la manera
de un replicante que está comenzando a sospechar que lo es, pero con un
horizonte más promisorio quizás, poco adaptable para la venta en un espectáculo
glamorosamente trágico, ¿quiénes y cuántxs podrán desconfiar de sus deseos, y
de sus placeres?
Un catálogo
vasto de represiones y puniciones puede dar la idea de que hacerlo implique
reprimirlos y castigarlos.
Nada de eso.
Se trata tan
solo de mirarlos de frente, interrogarlos, suspender la sumisión a su vasallaje
para tal vez hurgarlos, desmontarlos, desarticularlos, hacerlos añicos…¿ o no
lograr hacerlo y volver una y otra vez al mismo sitio donde las singularidades
quedan veladas por la producción en serie , acariciadas cada tanto por
pasatiempos amables?
Que resulte
tan arduo, o casi imposible imaginarles a los deseos o a los placeres otros
modos, otras maneras, otras formas: es probablemente el indicio de que con
ellos el Poder ha logrado uno de sus principales cometidos (y reaseguros): no
poder pensar en otra cosa, no poder pensar por fuera de su matriz. No poder. No
por miedo, sino…por placer.
Es difícil
salir de un Orden que disciplina, controla y extrae ilimitadamente sin
disgregar el material del que está hecho: lo que pasa a diario puertas adentro
de nosotrxs, con nosotrxs y entre nosotrxs.
No se trata
de cambiar un Orden por otro. Sería el mismo juego. todo orden es siempre una
previsible, medible y controlable inmovilidad. Un estrago.
Sea tal vez
recuperar el Movimiento Singular, desmarcarse, y no esperar del Nomadismo los halagos del turismo de aventura sino tan solo
un intento de respirar.
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