Experimento
psicopatopolítico.
Cualquiera tiene derecho a su propio delirio.
Mamarrachismo también. Crónicas mamarrachas.
Por un lado:
Chitrulas rapaces y zombies traidores en aceitada y previsible combinación.
Héroes epiteliales a la conquista de alguna sonrisa de cabaret, mientras
prometen a sus lunáticos esclarecidos una revolución para el lunes que viene.
Millones de boluditos narcisistas hipertrofiados se embelesan con su autopercepción cibernética en la pared espejada de su burbuja emoji, endeudándose y vendiéndose
con fascinación hasta que les explote la burbuja y su cabeza.
Por otro lado:
Estadistas epidérmicos para velar las armas de las apariencias: "Llamesé
democracia a este cuento de hadas…", y ponen una firma encima de la otra,
como alambres de púas protegiendo el terreno donde retozan sus culos
apoltronados, tirando discursos bonitos con una pedorrera soporífera.
Hasta ser sustituidos por alguna fiera onanista, lanzando espuma por la boca
con los ojos desorbitados cuando haga falta reemplazar la aletargada gestión de
la debacle por otros modos novedosos y
más divertidos.
Por detrás de la kermesse, más allá del esperpento:
Los Dueños coordinan y solventan su
adicción sin fondo articulando el mercado de eso a lo que todos los demás somos
evidentes adictos, eso, sea lo que sea, que hizo del planeta un circo cada vez
más febril, vocinglero, sangriento y rutilante.
A las chitrulas, a los zombies, a los héroes, a los boluditos, a los burócratas
remilgados o fieras, nos encanta.
Dicen que siempre fue así: cualquiera podrá ser feliz, cuando eso nada signifique.
lunes, 15 de enero de 2024
CONEJILLOS DE LAS INDIAS
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario