_¿En serio?...¡no aparenta la edad que tiene, usted!
_ Es debido a un llamador de ángeles…
_ ¿…?...no entiendo
_ Le explico; una vez fui a un vivero a comprar un llamador de ángeles y me lo vendieron fallado
_ ¿Fallado?
_ Claro, lo supe porque en lugar de aparecer un ángel se me apareció el Demonio. Cuando lo ví dije “¡no puede ser, la puta madre; me vendieron un llamador de ángeles que no anda!” , a lo que el diablo este me contestó: “yo no sé, problema tuyo; por mi parte estoy acá para comprarte el alma; ¿qué pedís a cambio?”
_ ¿Y qué le pidió?
_ Sin pensarlo mucho le pedí que hiciera algo para que me cambiaran el llamador por uno que anduviera, o que me devolvieran la guita
_¿ Y él qué dijo?
_ Me dijo: “pero eso solo vas a pedir, ¡no seas pelotudo, pedí algo más!”, entonces yo pensé en algunas de las cosas que se le suelen pedir al Diablo a cambio de venderle el alma. Lo primero que se me vino a la cabeza fue la juventud eterna; entonces le pedí eso; pero que no se olvidara además del tema del llamador. “Trato hecho” me dijo. Me hizo firmar un par de planillas y acá estoy, joven para siempre y desangelado.
_ ¿Y con el llamador qué pasó?
_ ¡Ah, eso también lo conseguí! Fui al vivero y me dijeron que no me podían devolver la plata; que me hacían una nota de crédito o me lo cambiaban por un llamador nuevo; entonces elegí que me dieran otro llamador que funcionara bien
_ ¿Y el que le dieron funciona?
_ ¡Sí!. El único problema es que los ángeles ya no van a venir porque le vendí el alma al diablo. Ya se sabe, cuando uno negocia con el diablo, él siempre es el que gana. Y aun cuando uno lo sabe, negocia igual.
No hay comentarios:
Publicar un comentario