El Aparato Digestivo de la Realidad debe haber fallado.
Porque pude nombrarlo.
Tal vez casi siempre falle, pero no siempre; y ahí quizás resida
su altísima efectividad y su mecanismo de preservación.
Porque eso pondría en duda lo que sigue.
Pero aun así, sigo…
Porque creo que de su presunta falla he comenzado a
sospechar que ahí está el Aparato Digestivo de la Realidad y que es una
parafernalia de piezas del propio cuerpo que podrían haber sido organizadas de
una indeterminada cantidad de modos posibles para hacer cualquier otra cosa.
Pero no fue dispuesto
como tal para digerir realidad alguna.
Esa es la trampa. Confundir el efecto con la causa
No hay Realidad que lo anteceda.
Hay una mezcla diversa de toxinas leves segregadas por el
Aparato Digestivo de la Realidad que las suministra homeostáticamente en dosis adecuadas
a su tolerancia y asimilación, ganando tiempo, impregnando cada rincón celular
y haciéndolas danzar adecuadamente con las endorfinas hasta que la idea del
cuerpo se convierta en una conciencia dócil y, finalmente, en un deseo en sí,
para neutralizar cualquier tipo de alarma.
Se alucinarán unas pocas coordenadas delimitando un sitio
acogedor, en el que toda suspicacia provoque náuseas como primera reacción.
El Aparato Digestivo de la Realidad deberá pasar
desapercibido …salvo que falle (como sería el caso), situación en la cual tendrá a mano la paranoia o
cualquier otra cosa clasificada como patología a ser tratada en el manual de
trastornos mentales de moda. Buen camuflaje.
En todos los casos, imponiendo la orden de ensayar alguna
sintonía con sus secreciones y excreciones.
Hasta que se crea que hay afuera, adentro, y un orden
absurdamente lógico acatado, como es proverbial, por la gran mayoría de cuerpos
dotados de Aparato Digestivo de la Realidad; que deambulan por ahí sin percibir
la presencia de esa aceitada maquinaria hecha con su propia materia.
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