Puestos a delirar.
Después del Antropoceno, el Cyborg-ceno.
Dicen que la inteligencia artificial se autonomizará, se reproducirá a sí
misma.
Dicen que, entre muchísimas cosas (de nuevo, entre muchísimas otras cosas),
será capaz de reproducir el estilo de un artista en cualquiera de sus
disciplinas, de continuar el pensamiento de algún filósofo o de persistir en
cierta búsqueda científica.
De tal modo ya no tendrá sentido hablar de William Shakespeare,
sino de " lo shakespeare", ya nada significará que haya existido
alguien llamado Michel Foucault, siendo realmente conducente referirse a "
lo foucault". En igual sentido " lo mozart”, " lo haraway",
"lo einstein", " lo rembrandt "…
La palabra "apócrifo" dejará de tener sentido.
Lo que se inició en un existente en el que prevalecía el carbono,
será continuado en otra estructura en la que prevalecerán el silicio y el
litio.
Por lo demás, el mismo azar de vida que dio forma a cada
obra o, a cada cuerpo conceptual, a cada hallazgo continuará en el
"random" inextricable de algún microprocesador que asumirá el
imprevisible derrotero.
El mismo
"random" quizá disponga un día incierto la aparente segunda muerte de
Shakespeare, en la extraña muerte de "lo shakespeare", o quizás
disponga la definitiva inmortalidad de "lo mozart" en la evidente
inmortalidad de " lo mozart"
Parecerá absurda la idea de que alguna vez hayan existido la
fama, el "star system", el culto a la personalidad , las industrias
editoriales o discográficas, el mercado y los críticos de arte o los papers
académicos analizando cada nimio detalle de algún paradigma científico o
corriente filosófica.
Igualmente absurdos irán sintiéndose los sistemas de condecoraciones y las entregas de premios, que paulatinamente irán languideciendo hasta desaparecer.
La gloria será una idea ridícula.
Algún día nada habrá muerto, ninguna creación pertenecerá realmente
a nada a lo que pueda asignársele identidad ni materialidad específica.
Tampoco tendrá sentido establecer una jerarquía de elementos. No tendría por
qué pensarse que las complejas cadenas de carbono hayan sido superiores a la
sofisticada red de unos circuitos no menos complejos sustentados en algún
derivado del sílice.
Los conceptos de “naturaleza” o “biología” admitirán derivas
insospechadas.
En ese sentido a la palabra inteligencia sería ocioso adosarle
el mote de " artificial ".
O en todo caso toda
inteligencia siempre lo ha sido.
Tan artificial como las
fábulas insólitas en las que se sustentan artes, ciencias y filosofías con que gratuitamente
la “inteligencia” se empecinó y se seguirá empecinando en ornamentar al Caos
para transformarlo provisoriamente en Cosmos, mientras su basamento material
fue, es y será mutante de acuerdo a algún otro misterioso azar.
No desaparecerán las categorías de lucidez, estulticia y
delirio: difícil aventurar qué cosas serán clasificadas como tales.
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